El pasado 25 de Noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas que afectan a las mujeres en todas las etapa de sus vidas.
Es un acto sexista que produce daño físico, psicológico y/o emocional por razón de género, es decir, por el mero hecho de ser mujer.
Este tipo de violencia es una de las que más crece entre los Adolescentes, a pesar de la mayor visibilidad en décadas y el acceso a la información que tenemos sobre esta problemática. Tanto es así, que el 46,1% de las jóvenes en España ha sufrido algún tipo de violencia psicológica por parte de su pareja.
Un número que además de asustar, sorprende, dado que, a simple vista, se suponía que estábamos ante la generación masculina más implicada con los derechos de igualdad y los valores de justicia y libertad. ¿Qué está ocurriendo?
Una de las principales razones que dan los/as jóvenes es que tenemos inculcados ciertos micromachismos, es decir, gestos o comentarios sexistas muy sutiles que utilizamos a diario y ayudan a perpetuar los roles de género, la violencia y la hipersexualización. Comentarios del tipo – “Déjame que tú no sabes” “¿y tú para cuando?” o actitudes como “Saludar con dos besos a ella, pero darle la mano a él”.
Además, la falta del lenguaje inclusivo, es otro aspecto que como adultos/as aún no hemos practicado lo suficiente como para recalcar su importancia en nuestra Educación y mucho menos en nuestras conversaciones coloquiales, siendo un referente para los/as más jóvenes.
Todos los tipos de violencia contra las mujeres son igual de importantes, ya que surgen de la discriminación y tienen consecuencias devastadoras tanto físicas, psicológicas como sociales.
Entre los/as Adolescentes, las formas más comunes de maltrato directo son:
- Maltrato psicológico emocional: insultar y/o ridiculizar, infravalorar, decir ¡-no vales nada!
- Violencia psicológica de control: intentar controlar decidiendo por ella hasta el más mínimo detalle, a través de un control abusivo. Dentro de este tipo de relaciones «insanas» son habituales justificaciones del tipo: “-me llama en todo momento porque se preocupa mucho por mí”.
De hecho, uno de cada tres jóvenes considera «inevitable» controlar a su pareja, saber la contraseña de su móvil, o «stalkear» acechar, vigilar insistentemente a su expareja a través de las redes sociales.
Precisamente esta forma de acoso forma parte de la violencia de género digital. - Violencia de género digital: utilizar las nuevas tecnologías como vehículos de manipulación, humillación y control. Este tipo de violencia se valora de manera desigual, puesto que las redes sociales transmiten mayoritariamente estereotipos sexistas y roles tradicionales. La mujer está más expuesta y su imagen es cuestionada en todo momento. (Sexting, sextorsión, ciberacoso, grooming…).
- Violencia ambiental: agredir indirectamente con elementos del entorno, como dar golpes en las puertas o romper o tirar bienes valorados de la persona para hacer sentir miedo.
- Violencia social: aislar a esa persona de sus amistades, enfadarse si queda con sus amigos/as…
- Abuso sexual: presionar o manipular para realizar actividades sexuales que no se quieren practicar.
Debemos tener en cuenta que en la Adolescencia despierta el deseo sexual y hay una tendencia a la búsqueda del placer, pero las emociones son inmaduras e inestables. Se necesita una guía y una educación afectivo sexual que canalice y enseñe cómo manejar situaciones a las que se van a tener que afrontar los/as jóvenes. Es un período evolutivo caracterizado por su gran vulnerabilidad y debemos estar ahí como apoyo y referencia cuando lo necesiten.
Otra de las principales razones, es debido a que el porcentaje de chicas que reconoce haber sufrido situaciones violentas por parte de su pareja es superior al de chicos
que reconocen haber ejercido ese maltrato.
¿Estamos desarrollando una mentalidad sexista y de justificación de la violencia que contribuye a la violencia que sufren las adolescentes en sus relaciones sentimentales?
Por último, uno de los factores de riesgo continúa siendo las creencias sobre el Amor Romántico, dónde se asocia positivamente la pasión, los celos y el conflicto.
Normalizando reacciones explosivas por celos, pensando que esta actitud es una demostración de la pasión que hay en este tipo de relaciones. “-Si está celoso es porque me quiere mucho.” “-Si no siente celos es que no le importo.”
En la Adolescencia, tendemos a idealizar el concepto del amor romántico y confundimos pasión con celos y control.
Para afrontar la violencia de género en nuestra sociedad, no podemos obviar, que la educación temprana en esta materia, es esencial.
Debemos desde casa, en la familia y en la escuela, trabajar la inteligencia emocional a través de la concienciación y la regulación emocional así como la canalización adecuada del enfado, la ira, la tristeza y la tolerancia a la frustración; fomentar valores como la empatía y el respeto; promover la cooperación entre iguales y reflexionar sobre las consecuencias de este tipo de actitudes para llegar a desarrollar relaciones más saludables.
Hacer hincapié, en la importancia del mantenimiento del grupo de amistades, educar en seguridad y confianza, aprender a ser asertivas/os, defender nuestros derechos,
entre otras.
Para combatir el problema de la violencia de género en la Adolescencia y desde sus inicios, se podrían integrar formaciones en los planes globales de los Centros de Estudio, aportando materiales actualizados y profesionales cualificados en estos ámbitos de la Educación Social.
Como profesional que trabaja con adolescentes, tengo claro que estamos ante una generación que se cuestiona más que nunca lo que le rodea, lo que les enseñan y lo
que les dicen, aprovechemos esta apertura para crear y creer en valores que nos ayudarán como personas y como sociedad a construir un mundo más seguro e igualitario.
María Q. S. (Educadora Social, Familiar y Juvenil.)
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