Entre los 4 y 6 años se inculca inconscientemente los modelos sociales, esos patrones universales que todas las personas compartimos y que nos ayudan a identificarnos.
A esta edad, los juguetes forman parte de su día a día y les ayudan a desarrollar multitud de roles que en un futuro formarán parte de su evolución.
En esta época del año, Navidad, muchos/as profesionales queremos hacer hincapié en qué regalamos y romper con los estereotipos imperantes de la publicidad y comercios de juguetes que suelen asociar arquetipos y sesgos sexistas, tanto a la niña como cuidadora, madre y esposa (33%) como al niño con arquetipos de guerrero, héroe y aventurero (25%).
Estos juguetes condicionan la libertad de elección para jugar y divertirse desde muy pequeños/as, refuerzan la desigualdad y persiste en la exclusión dicotómica de la población.
Actualmente, necesitamos jugar sin sexismos, y dar importancia al reflejo de una sociedad y de una infancia diferente que se adapte a la realidad. Cada vez encontramos más modelos de diversidad que nos ayudan a crecer en libertad.
A mayores, reflexionando sobre la compra de juguetes y regalos de Navidad. ¿Somos capaces de controlarnos cuando compramos estos obsequios? ¿Consentimos muchos a los/as más pequeños/as de la casa?
El síndrome del/a niño/a hiperregalado/a aparece en estas fechas, alarmando a las Familias. Recordando a madres y padres, tíos/as y abuelos/as que no por dar cantidad, se regala calidad.
Sobrepasarnos con los regalos hace que el/a niño/a pierda la ilusión y sea incapaz de concentrarse en un único regalo. Regalos, que a menudo son cosas que se regalan para suplir la falta de atención y el poco tiempo que la Familia pasa con ellos/as jugando. A veces, se utilizan a modo de premios por su comportamiento. Muchos padres y madres usan la Navidad como una amenaza, “Los Reyes Magos y Papá Noel están observando si te portas bien o mal” “Te van a traer carbón y no una nueva Tablet”. Como si el chantaje fuera un método educativo rápido y eficaz.
¿Las consecuencias? Un aumento de frustración y la sensación de apatía e insatisfacción por no recibir “-lo que quería”. Niñas y niños cómodas/os, con falta de imaginación, consumistas, indecisos/as y, sobre todo, caprichosos/as.
Sin motivo aparente, recibir esta clase de obsequios hace que muchos/as niños/as sean incapaces de conectar con la emotividad caracterizada por estas fechas. Desconcertados/as, hasta tal punto que no saben qué pedir ni qué recibir. Les transmitimos así la idea de que todo se puede conseguir fácilmente, sin ningún tipo de esfuerzo y que pueden obtener lo que desean sin límites; valores negativos en el que las cosas pierden su significado.
Las Familias somos las responsables, creamos a nuestros/as hijos/as necesidades que en realidad no tienen y que, en un futuro, cuando sean adultos provocará insatisfacción e inconformismo con lo que consiguen, falta de valor y agradecimiento por lo que les rodea que se verá reflejado en todas las facetas de su vida.
Nuestro amor no lo representan la cantidad de paquetes que hay debajo del árbol. Se demuestra con tiempo, cuidados y atención.
Debemos aprovechar la oportunidad de las Navidades para seguir educándoles en valores como la generosidad, la solidaridad, la bondad y la gratitud. Enseñarles la importancia de ser moderados/as y establecer prioridades.
Es importante que conozcamos lo que más desean, qué les produce ilusión.
Prepararles para afrontar la frustración cuando no es posible que puedan traer todo lo que querrían o desearían y que lo más importante no son los regalos, sino estar rodeados de personas que les quieren, les cuidan y disfrutan invirtiendo tiempo y cariño en ell@s.
María Quintas Sotelo. Gabinete Tear
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