Desde que nació, el hijo de Lourdes Cantón sabe lo que es vivir con una enfermedad: en su caso una epilepsia refractaria que a sus 32 años le ha impedido llevar lo que suele llamarse una vida «normal». Los últimos dos años han sido especialmente duros: a las continuas crisis epilépticas que sufre, ha tenido que sumarse la agónica espera de una prueba médica que no llega. Una prueba que tendría que realizarse en el complejo hospitalario de Santiago y que abriría un hueco a la esperanza de esta familia ourensana.
«Hemos luchado con infinidad de tratamientos con nuestro hijo, hemos recorrido diferentes ciudades: A Coruña, Ourense, Madrid, Santiago… en la búsqueda de una solución para él, pero desgraciadamente esta búsqueda ha sido, por el momento infructuosa. En el último año, para que puedan hacerse una idea ha tenido 65 crisis generalizadas y muchas más parciales que han traido consigo varios ingresos, creo que cualquiera puede imaginarse lo que esto supone para una familia.»
En el año 2019 los facultativos ponían sobre la mesa la alternativa de colocarle un estimulador vagal, una opción que ofrece una solución a los pacientes que como Alejandro, presentan nula respuesta a los tratamientos que a lo largo de sus 32 años le han aplicado. Para ello fue derivado al CHUS, el Complejo Hospitalario de Santiago, en donde debiera serle realizada un videoelectroencefalograma, una prueba por la que lleva esperando dos años y cuya previa realización es indispensable para la implantación del estimulardor»
«Por favor, queremos que esta espera finalice ya y se agilicen los trámites de una vez por todas, esto supondría un cambio de vida para mi hijo, las crisis son cada vez frecuentes y su recuperaciión más lenta. Los que estamos a su lado nos sentimos impotentes, su padre y yo no lo dejamos nunca solo por miedo a que le pueda pasar algo. Si en Santiago están muy saturados, estamos dispuestos a ir a donde nos manden, queremos una pronta solución para que pueda empezar a hacer la vida de un chico de 32 años; hasta ahora él no ha podido disfrutar de ninguna etapa de su vida como le correspondería»
Durante estos dos años Lourdes ha interpuestos diferentes reclamaciones al servicio de Atención al Paciente, sin respuesta alguna; llamadas de teléfono, escritos a la Consellería de Sanidade y al Valedor do Pobo que se han traducido en una contestación del CHUS en la que achacaban al Covid el retraso en la realización de la prueba: «Dos años es lo que llevamos esparando por una prueba, ¿Cuanto se supone que tendremos que esperar para que le realicen la intervención?» se pregunta Lourdes desesperada.