A pesar de que durante el día de ayer parecía que Carlos iba a despedirse de algunos de sus síntomas hoy ha vuelto a toparse de nuevo con ellos. Y es que cuando se disponía a saborear un sabroso desayuno, ha vuelto a descubrir que su gusto ha desaparecido de nuevo por completo.
Los demás síntomas siguen mostrándose persistentes a la hora de levantarse y a última hora de la noche: dolor de espalda, mucosidad, ausencia de olfato y un poco de tos; todos ellos tardan en irse como mucho una hora. A pesar de esto, se siente una persona afortunada: «si esto es tener coronavirus yo lo tengo las veces que hace falta».
En los ocho días que han transcurrido desde que fue diagnosticado no ha tenido ni fiebre, ni sensación de cansancio o falta de aire como acusan gran parte de los infectados.
Su compañero sigue ingresado, a pesar de que la fiebre ha cedido sigue teniendo una tos bastante fuerte que le obligará a permanecer ingresado al menos una semana más según le han informado los médicos.
La atención médica que recibe Carlos es nula, en el día de ayer habló con su médico de cabecera porque él pidió cita. Las personas que en teoría hacen el seguimiento telefónico de todos los contagiados, no han vuelto a ponerse en contacto con él para constatar que haya tenido una evolución favorable. Tampoco para asegurarse de que seguía en su casa guardando la cuarentena.
A pesar de que las últimas noticias hablan de un cambio en el protocolo, de momento tampoco nadie le ha comentado si podrá someterse a una nueva PCR para asegurarse de que ya no es portador del virus y por tanto una posible fuente de contagios.