Más de 25 grandes ciudades del país son testigo del clamor popular contra el racismo de las fuerzas de seguridad de los EE.UU. Ya son seis las noches que los manifestantes son vigilados de cerca tras la muerte en Minneapolis de un hombre negro a manos de un policía blanco.
George Floyd pidió al policía que lo mantenía retenido que le quitara la pierna del cuello para que pudiera respirar. Sus súplicas fueron en vano, encontrando la muerte con su cara contra el asfalto. Esta pasado noche, los manifestantes conseguían llegar a las cercanías de la Casa Blanca mientras la policía trataba de dispersarlos con el uso de gases lacrimógenos. Ni la crisis del coronavirus, ha logrado disuadir a millones manifestantes que afirman que aunque las protestas son en apoyo a George Floyd, son fiel reflejo de la situación de tensión que viene sufriendo la población afroamericana desde los años sesenta.
A pesar de la existencia de toque de queda en numerosas ciudades, cada vez en más difícil contener la rabia de los manifestantes que no entienden de límites horarios.