Una estatua humana a la que no le faltaba detalle se podía ver durante el día de ayer en la Rúa do Paseo. Una labor digna de admiración, si cabe más en estos días en los que las altas temperaturas asedian la capital ourensana.
Un rostro imperturbable que solo cambiaba su expresión cuando la generosidad de algún transeúnte dibujaba en él un gracias y una sonrisa.